domingo, 19 de octubre de 2008

Los antisistema

Decían los antisistema que gobiernos y gobernantes auspiciaban el enriquecimiento de unos pocos a costa del resto; e imploraban por una sociedad más justa y solidaria, en la que el reparto de la materia prima se hiciera teniendo en cuenta las necesidades de los pueblos. Hablaban de la usura de los bancos y del deterioro progresivo de toda una generación. Mentaban la avaricia del individuo, preocupado únicamente en obtener mejoras para sí mismo. Vaticinaban finales catastrofistas, porque creían imposible la continuación de un mundo tan dividido. Tenían el pelo largo y pendientes en las orejas, en las narices, en la boca, en la lengua; gritaban en las reuniones de los mandatarios, peleaban contra la policía, contra cualquier signo capitalista. Eran los antisistema, aquellos que ocupaban casas vacías porque se negaban a dispensar beneficio alguno a los que prestan el dinero, las mismas casas que nosotros comprábamos para especular y obtener un honroso beneficio. Eran los antisistema, unos pocos marginados que nos desaconsejaban a la mayoría, sin atender a orden alguno; unos gamberros abrazados al dislate, al cigarrillo liado, a la botella, a la provocación. Decían que nuestra burbuja acabaría explotando, que éramos siervos de unos pocos, que ya nos daríamos cuenta; y lo decían con firmeza, como si fuera verdad. ¡Carajo! Eran unos visionarios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un buen articulo
lo malo es que los visionarios de entonces o se han transformado o se han conformado
muere la clase media, porque como dices, somos siervos de unos pocos, que a su vez son siervos de otros menos
la sociedad evoluciona hacia la destruccion, como el ave fenix, como siempre en la historia

Andrés Ortiz Tafur dijo...

Imagino que llevas razón y que la destrucción es inevitable... Y quien sabe, igual también es necesaria para levantar una nueva sociedad a partir de esos escombros. Lo que ya no sé es si esa téórica nueva sociedad sabría desprenderse de los defectos de la antigua.

Gracias por pasar por aquí, amiga...